Domingo Martínez de Presa, el cura más ingenioso de la Historia
El que más necio que astuto
condena ingenios de nombre,
entre los brutos es hombre,
y entre los hombres es bruto»
(Domingo Martínez de Presa, 1662)
Normalmente, los curas no se dedicaban, ni se dedican, a labores de ingeniería. De ahí que sea llamativo el caso de un clérigo, el licenciado Domingo de Martínez de Presa (cura de San Miguel de Feás), que, a mediados del siglo XVII, creó “ingenios” que se movían imitando a seres vivos, es decir, autómatas, y escribió el primer libro sobre este tema en España.
Los primeros autómatas conocidos proceden de la Grecia Clásica, su más célebre fabricante fue Herón de Alejandría, que utilizaba como motores el agua y la dinámica de los gases. En la Edad Media, los árabes dominaban este arte, pero a partir del siglo XIV los europeos vuelven a tener la primacía, utilizando elaborados ingenios en algunos relojes.
En el año 1645 el Conde de Lemos, patrón del beneficio de San Miguel de Feás, jurisdicción de Xinzo de Limia (hoy perteneciente al ayuntamiento de Calvos de Randín), presenta ante el obispo ourensano a Martínez de Presa para que le conceda la cura de almas de dicha feligresía, y allí permanecería hasta su fallecimiento veinte años más tarde. Desconocemos su procedencia, pero su denominación como licenciado indica que habría estudiado en alguna universidad, y la ausencia de su expediente de ordenación sacerdotal en la diócesis de Ourense hace pensar que habría sido ordenado en otra.
En estas tierras montañosas “sin comunicación”, este ingenioso clérigo se propuso “(…) huir del ocio vicioso (…) y hacer cosas que no se hubiesen visto”.
Casi todo lo que conocemos de él está escrito en su obra, que estuvo olvidada durante siglos hasta su reedición, precedida de un estudio de Mercedes Cabello Martín, en el año 2000 a partir del único ejemplar conocido, custodiado por la Biblioteca de la Universidad Complutense. Su título completo es Fuerza del ingenio humano y inventiva suya. Relación breve de instrumentos ingeniosos, y de movimientos particulares, en que se imitan los naturales. De nuevo sacados a luz jamás vistos, ni oídos en España. Inventor, y autor dellos y de dicha relación, el Licenciado Domingo Martínez de Presa, Abad de San Miguel de Feás en el Obispado de Orense, editada en 1662 en la villa de Madrid.
Es un libro breve, “(…) pues si visto y palpado no le puedes entender; cómo te lo podía yo referir, que lo entendieras sin verlo?”. Sin embargo, tiene un prólogo que ocupa la mitad de la obra en el que habla de los milagros (que el clasifica en tres tipos), las ciencias y las técnicas porque, parafraseando a Plinio, “(…) no es larga la oración cuando la materia lo pide”; y, quizás, también para evitar las persecuciones de la Inquisición. Fray Gaspar Salgado, lector de teología de Nuestra Señora de Atocha y censor del libro, pudo ver algunos de los ingenios con sus propios ojos y constató que se movían “(…) sin cosa de arte de magia, ni intervención diabólica”.
Tras ese prólogo en el que demuestra sus conocimientos científicos, Martínez de Presa pasa a describir sus “ingenios”: cinco instrumentos de música de cuerda “(…) que el agua hace tocar con arte, perfección y suavidad, moviéndolo solo una rueda, de que penden otras muchas”; y otras tres cajas “para deleitar la vista” en las que había figuras de madera dispuestas en varios niveles, algunas de las cuales podían emitir sonidos por acción del aire. Dos de ellas se movían mediante mecanismo de agua con ruedas y poleas, y la otra se accionaba por un mecanismo similar a un reloj con pesas y muelles.
En aquella época, debía ser todo un espectáculo ver en funcionamiento aquellas cajas con varias filas de personajes en movimiento tocando instrumentos, bailando, o recreando alguna escena (p. ej. la batalla de Clavijo) al son de la música. Una de ellas la vio el obispo de Ourense Fray Alfonso de San Vitores de la Portilla (que dirigió esta diócesis entre 1653 y 1659), y “(…) le pareció tan bien, que era la materia principal de su plática donde se hallaba”.
Además hace referencia a otros autómatas, entre los que podemos destacar un centauro “del tamaño de un novillo, se mueve de suyo por camino liso, dispara una ballesta, con el movimiento que va haciendo, se hace mayor y menor; va tocando un pasacalle”.
Su gran capacidad de inventiva fue objeto de admiración, pero también despertó envidias, pues ni siquiera los ingenieros de la Corte de Felipe IV pudieron descifrar el funcionamiento de sus inventos.
(…) si mucho hay descubierto en la naturaleza, aún hay más que descubrir.
Réplica de uno de sus «ingenios»
El «Museo da Marioneta e o Xoguete» de Lalín incorporó en mayo de 2022 una réplica ideal de uno de los «ingenios» de Martínez de Presa. Casi cuatro siglos después de su invención, podemos observar una interpretación de esta pieza original. Sus artífices fueron los artesanos Ero Vázquez e Manu Taboada, de «Xirapaus».
Vídeo: TVG
Para saber más
MARTÍNEZ DE PRESA, Domingo, Fuerza del ingenio humano; precedido de un estudio histórico-bibliográfico por Mercedes Cabello Martín, Madrid, 2000
Autómatas de Domingo Martínez de Presa en la exposición Galicia Cen
Juguetes mecánicos en el Ourense del siglo XVII en el blog de Jesús Manuel García
Interesante relatp, que ognoraba por completo.
Gracias, Manuel! Un saludo
¡ Qué interesante!, ignoraba todo eso.