San Miguel de Celanova, joya del arte prerrománico
En el turbulento siglo X, cuando Galicia se convierte en Reino independiente, aparece una figura destacada, San Rosendo (907- 977) el fundador del monasterio de Celanova. Uno de los espacios principales de este monasterio es la pequeña capilla u oratorio de San Miguel, construida en vida del santo y conservada casi intacta hasta nuestros días. Se trata del templo del siglo X mejor conservado de la península, junto a Santiago de Peñalba.
La Real Orden de 12 de abril de 1923 lo declara Monumento Nacional, pero ya en el siglo XII, el monje Ordoño lo describía así: “el pequeño templo a San Miguel arcángel, de aspecto un pequeño refugio, construido en piedra de maravillosa labra que suscita la admiración de cuantos la contemplan”. Las referencias a la singularidad de este templo comienzan ya en el siglo XVII Fray Antonio Yepes, en el siglo XVII, la define como la iglesia que el santo fundador “para decir misa labró en el jardín” y que “No es cosa que se pueda sacar planta ni hay colores para retratarlo, porque se hace mirar como un pedazo de cielo”. En la centuria siguiente es Ambrosio de Morales el que afirma que tiene “una proporción harto agraciada y así mirada por de dentro y por de fuera satisface mucho la vista”. Quizá por su singularidad se libró de la gran reforma barroca del monasterio.
La arquitectura gallega del siglo X recoge la influencia de lo hispanovisigodo, lo asturiano y lo islámico (o mozárabe); y es de gran sencillez comparándola con la castellano-leonesa.
Por lo general, los autores que lo han estudiado coinciden en señalar a San Miguel de Celanova como seguidor del modelo constructivo de Santiago de Peñalba, pero sin las capillas laterales y contraábside del templo ponferradino.
Su alzada y planimetría son muy geométricas, con el ábside perfectamente orientado hacia el Este. Consta de una sola nave rectangular, crucero cuadrado y ábside rectangular con interior en herradura; concebidos como unidades espaciales cerradas. Al igual que en el arte hispanovisigodo, se rompe la tradicional continuidad de espacios.
Interior
Tiene una puerta por el lateral sur, siendo necesario girar para poder ver todo el espacio arquitectónico. El primer recinto es reducido, coronado por una bóveda de cañón que tiende a la herradura. Los materiales empleados en las cúpulas son ladrillo y yeso. Un arco de herradura, que funciona como un arco de medio punto porque se prolonga por debajo del centro en dos tercios, lo comunica con el espacio central. El intradós y el extradós del arco no son paralelos, quizá por influjo de la arquitectura omeya.
El cuerpo central, actúa como eje vertical del oratorio pues es el más alto e iluminado. Se cubre a base de bóveda de aristas, con sillares fingidos en espina de pez apoyados en arcos formeros que, a su vez, descansan sobre modillones de rollos. Esta solución, de posible origen islámico, le otorga más monumentalidad.
El ábside, al igual que el mihrab islámico, es de muy reducidas proporciones, pudiendo servir, más que de lugar para oficiar la liturgia, como un referente de oración. Al mismo se accede mediante un arco de herradura muy peraltado, similar al anterior, enmarcado por un alfíz; guarda gran similitud con el mihrab de la Mezquita de Córdoba. Se cubre con una pseudo-cúpula con sección de herradura, de cascos cóncavos que arrancan directamente del muro. En el centro del ábside hay otra ventana alanceolada.
La iluminación es bastante escasa, con vanos estrechos, como saeteras, a distintas alturas, creando un interesante juego de luces.
Exterior
Carente de fachada, destaca su escalonamiento de volúmenes, con mayor altura en el central. Sus paramentos graníticos con grandes sillares y contrafuertes (posible herencia del arte asturiano, pues no serían necesarios para el soporte estructural) transmiten solidez, la misma que le permitió llegar hasta nuestros días sin apenas cambios. Por último, los modillones en los voladizos y las cornisas con decoración de dientes de sierra del ábside le dotan de valores estéticos.
Atribución de la obra y función
Su construcción, a mediados del siglo X, se atribuye al santo, pero la interpretación de la inscripción que figura sobre su entrada llevó a algunos autores a apuntar a su hermano Froila como promotor de la obra. Sobre su función tampoco hay una versión única, pues algunos lo ven como oratorio y otros como memorial (de Froila), aunque ambas funciones no son excluyentes.
Cómo llegar
Para saber más
BARRAL RIVADULLA, Mª Dolores, San Miguel de Celanova, el silencio y la elocuencia de una arquitectura singular, Ourense, 2006
2 Respuestas
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